14 oct 2008

Jordi Pigem Filósofo de la ciencia (Primera parte)


Este es un artículo que la revista Agenda viva hizo a Jordi Pigem en el 2006 . Me pareció realmente tan increíble, que lo quiero incluir en mi blog y ayudar si cabe, a su difusión. Sé que es largo , aunque he intentado resumirlo un poquito. Pero creedme que es asombroso lo que dice este filósofo de la ciencia. Leedlo a ratos si queréis,pero leedlo,por favor! Lo haré en varias partes no sólo para que resulte más cómo de leer, sino también de escribir ; ).
Comenzamos:
En una entrevista le oí decir que el telescopio (un invento que se dice revolucionó la ciencia) en vez de acercarnos al cosmos, nos alejó de él. ¿ Nos podría desarrollar esta paradójica afirmación?


Es una de las paradojas de la tecnología. una cosa es contemplar un parque Natural en un documental y otra caminar por los parajes de ese parque Natural, viendo y sintiendo directamente el encanto de todo lo que hay allí.El documental mostrará imágenes que nosotros no alcanzamos a ver. Y sin embargo, si podemos elegir, casi todos preferiríamos una hora de experiencia directa en ese lugar que ver un documental. Volviendo a la pregunta, si miramos con un telescopio a Venus, el detalle de lo que observamos aumenta enormemente.Pero eso es muy distinto de la experiencia que podemos tener de Venus si lo contemplamos con nuestros ojos: el lucero del alba o el atardecer, envuelto en la luz del crepúsculo, brillando sobre el horizonte mucho más que las estrellas que lo rodean. Esa luminaria era para los griegos el brillo de la diosa Afrodita; para los mayas era la estrella Quetzalcóatl. Y esa figura era próxima porque formaba parte de la experiencia directa, del contexto inmediato de la vida humana, de los mitos que vertebraban su forma de entender el mundo.Ahora se ha convertido en un objeto astronómico y remoto que nada tiene que ver con nuestro día a día.Griego,s egipcios y muchos otros pueblos regulaban prácticas y fiestas en función del curso de los astros. Hoy ese contexto se ha perdido en gran medida . Conocemos docenas de logos comerciales o camisetas de equipos deportivos pero la mayoría de la gente en el cielo nocturno sólo reconoce la Luna y poco más.


Sabemos que los científicos medievales y anteriores, cuando miraban el firmamento veían en él realidades sobrenaturales. El cosmos era un reflejo del hombre y había continuidad, transparencia e inteligencia, y la capacidad de interiorizar una enseñanza y un destino humanos. Los astrofísicos actuales nos hablan de un cosmos oscuro, inerte, frío e incomprensible. Se nos asegura que nuestros antepasados estaban dominados por una mirada mítica e inexacta y que ahora "sabemos más". ¿ No cree que la visión actual tiene también mucho de mítica?

El cosmos de Platón, Dante y Shakespeare estaba en proporción con la escala humana. Hombres y mujeres eran microcosmos del universo. Después de Shakespeare esta experiencia parece haberse olvidado. Desde hace siglos vivimos divorciados de la naturaleza y huérfanos del contexto cósmico. Sólo desde hace poco empieza a renacer la sed de volver a sentirnos plenamente parte de la naturaleza y el cosmos. A diferencia de los pueblos indígenas y las culturas tradicionales, una característica única de la vida moderna es que ve el cosmos como algo frío e inerte y en última instancia sin sentido. Los libros de texto y los medios de comunicación nos inculcan un mundo en el que no hay inteligencia ni sentido fuera de la mente humana.
Es una visión deprimente, cómo han señalado diversos autores y algún psiquiatra. Creo que no debería sorprendernos que en un mundo así haya una enorme incidencia de la depresión y de las patologías auto destructivas. Y sin embargo se trata sólo de una manera de ver las cosas. Nuestra visión del mundo no es una verdad irrefutable, sino una visión particular que en última instancia se basa en supuestos que no son científicos sino metafísicos. En este sentido la visión actual del cosmos es un mito. Parte de nuestro mito es creer que nuestra visión es imparcial, objetiva y nada antropocéntrica. Reducir la naturaleza y el cosmos a mecanismos inertes, y creer que todo sentido e inteligencia reside exclusivamente en la mente humana es un antropocentrismo enmascarado.